Lucio Doncel
No importa cuántos hombres fuertes se hayan podido conocer, ni siquiera que alguno de ellos haya estado considerado como uno de los mejores del mundo; hay veces, pocas, es verdad, que estás con una persona y te das cuenta de que es un auténtico coloso, alguien especialmente dotado para llevar a cabo esas proezas de fuerza con las que los demás ni siquiera podríamos soñar. Eso fue lo que me pasó cuando, allá por 2006, me encontré con Manuel Soria (16-VI-1923/28-IV-2012) en su localidad natal, La Almunia de Doña Godina (Zaragoza). No era ya un hombre joven, pero su presencia emanaba un poderío difícil de igualar. Una foto que me mostró su esposa, en la que aparecía rodeado por completo de gente a los que sacaba la cabeza, acabó por confirmarme la impresión inicial.
Manuel Soria Blasco ha sido, indiscutiblemente, uno de los mejores tiradores de Barra Aragonesa que jamás ha existido. Dotado de una envidiable constitución física, en sus mejores momentos medía 1,87 metros y pesaba 95 kilos, puede decirse que durante prácticamente veinte años dominó por completo este deporte. En ese periodo se hizo con el título de campeón de Aragón en quince ocasiones. Su mejor marca oficial fue 16,68 metros (conseguida en el campeonato regional de 1951), pero se asegura que en una tirada no oficial llegó hasta 17,28 metros. En otro deporte tradicional, el Tiro de Bola, mantuvo el título de campeón de Aragón desde 1948 hasta 1977. En todo ese tiempo no hubo nadie que se atreviese a retarle.
Empezó a tirar la barra poco antes de incorporarse al servicio militar. Era un deporte muy popular en la zona, pero a pesar de ello tuvo que aprender por sí mismo la mecánica del lanzamiento. Se dice (así está publicado), que Manuel Bazán (el gran “patrón” del Tiro de Barra en Aragón) quien dirigía la preparación de Soria, pero él mismo niega esa extremo. Aunque reconoce que fue empleado suyo.
Fue precisamente mientras hacía la “mili” cuando ganó su primer título de Aragón. Se disputó en Zaragoza, donde Manuel cumplía sus obligaciones con la patria, el 12 de noviembre de 1944, en unos antiguos viveros.
“La circunstancia de hacerse los lanzamientos con una barra nueva muy fina, hizo que las marcas fueran inferiores.
Apareció el joven Soria, de La Almunia, con antecedentes atléticos en su familia y gran estilo, aleccionado por el ex-tirador y organizador Bazán”.
Una competición que Manolo recordaba con cariño era la que se celebraba para las fiestas de San Valero, aunque tiraba la barra siempre que se presentaba una buena ocasión. Y no despreciaba otros retos de fuerza que pudiesen cruzarse en el camino.
“Llegué a Borja a una concurso de Tiro de Barra, pero también se celebraba otro para levantar un saco. Allí estaba; era muy grande, lo habían llenado de arena y pesaba 152 kilos. Pero lo peor de todo era que no había por dónde agarrarlo. Como me pasaba siempre que llegaba a un sitio y había cosas con las que los otros no podían, me dijeron que probara. Estaba echándole un vistazo para ver qué se podía hacer con él, cuando llegó uno y me dijo que me apuntase al concurso, pero no quise. Pude levantarlo, con esfuerzo, desde luego, pero pensé que los demás también podrían. Me fui a mi concurso de barra y lo gané. Luego me enteré que ninguno de los inscritos pudo con el saco, por lo que el premio en metálico, ¡que lo había!, quedó desierto. En cambio por ganar tirando la barra no daban nada”.
Solo había que verle las manos, enormes y fortísimas, para darse cuenta de que el saco, aunque no tuviese agarre alguno, a él no se le iba a escapar. Trabajaba en el campo como agricultor y regularmente se veía obligado a cargar con objetos pesados, especialmente sacos de hasta 100 kilos. Me contó como en una ocasión se vio obligado a llevar diez o doce sacos de ese peso desde la carreta donde los transportaba hasta el granero donde había que dejarlos.
“Cuando llegué allí con la carga, solo había una chica. En cuanto me vio, y sobre todo lo que traía, me dijo: ‘¡Oiga, que aquí no hay nadie para ayudarle!’ Lo único que se me ocurrió responderle fue: ‘¿Y quién te ha pedido ayuda?’ Con los sacos no podía volverme, así que los tuve que descargar yo solo, uno a uno”.
Compitió alguna vez en Lanzamiento de Disco con muy buenos resultados. En una ocasión se proclamó campeón de Aragón. No recordaba en qué año, pero pensaba que había sido hacia 1948 o 1950. Se desplazó a Barcelona para participar en el campeonato nacional o en una preselección para algo, no estaba seguro. En el primer tiro se fue hasta los 40 metros.
“El campeón, creo que se llamaba Torres, cuando vio la marca empezó a buscar quién la había hecho. Me miraba con cierto recelo, pero yo le dije: ‘No te preocupes, éste me ha salido de chiripa, pero no hago otro igual porque no tengo ni idea’”.
Reconoce que el Tiro de Bola le gustaba más que el Tiro de Barra. Disputó dos desafíos contra Miguel Echevarría, ganando el segundo. Retuvo el título de Aragón muchos años porque nadie respondió a los retos que lanzaba. Aburrido, terminó dejando paso a otros. Me mostró fotos que conservaba de aquellos días y era impresionante ver la muchedumbre que se agolpaba a ambos lados del camino. Entre ellos estaba Pepe Martín, conocido hombre del deporte aragonés que entonces era el masajista de Manuel Soria.
Hasta 1977 se mantuvo tirando la barra en festejos y pruebas similares. Era entonces toda una celebridad en su pueblo. Se fundó la “Peña de Barra y Bola Manuel Soria” y le hicieron varios homenajes. Con el tiempo se fue alejando del mundo de la barra. Me contó que lo que veía entonces no le gustaba (“¡ni tocan la tabla!”) y que no iba a las competiciones que se hacían, pero era disculpable por tantas en las que había participado. Y sin que nos escuchase nadie, me reconoció que cuando se enteraba de que había alguna cerca, siempre sentía la tentación de acercarse a verla.
Si queréis leer esta y otras historias del mundo de la fuerza, podéis hacerlo en este libro Deportes Tradicionales de Fuerza en España (pinchando)
